El pasado 9 de noviembre, cinco reclusos de la prisión de
Albolote abordaron diversos temas, desde su propia experiencia, con alumnos de
4º E.S.O en la biblioteca Paco Martín del centro.
Por un lado, explicaron su inicio dentro de la ilegalidad,
en su mayoría con el mundo de las drogas; como es el caso de Evaristo, un
hombre de 49 años que lleva consumiéndolas desde los 9 años y ha pasado por 33
cárceles diferentes. Un caso más actual es el de Ismael, un zaragozano con
cerca de treinta años y familiares militares, cuya condena fue por robos con
fuerza, aunque estaba dentro del mundo de las drogas.
“Llega un momento en
el que todo lo que te rodea es la droga. Todo es droga.” Estas son las situaciones
dadas antes de cometer un delito como el de Jacqueline, una mujer que trabajaba
en una empresa de seguros y la pillaron pasando droga en una maleta que no era
suya.
Pero, ¿cuál es el inicio a las drogas? Normalmente, al comenzar
a consumir alcohol se tiene gran posibilidad de continuar con la consumición de
estupefacientes, sobre todo si se tiene la presión del grupo. Así que, “Cuando
vayáis a consumir, primero pensad en las consecuencias”
Por otro lado, comentaron su vivencia en la cárcel. En sus
habitaciones de 2x2 metros cuadrados, a veces 2x3, los reclusos pasan de 15 a
20 horas encerrados, dependiendo del grado en el que se encuentren (primer
grado, el más grave, hasta el tercer grado, más permisivo, pudiendo cerrar con
pestillo los baños).
“Es en los hospitales, en las
cárceles y en los cementerios donde se conoce a las personas”, palabras de
los reclusos que muestran la convivencia en los diferentes módulos, siendo en
los módulos de respeto (coordinados por los propios presos) cordial. Por otro
lado, en los módulos conflictivos, los funcionarios intervienen poco: la
jerarquía se gana por antigüedad y a través del enfrentamiento.
Como consecuencia de su paso por la cárcel, los presos se distancian de
sus familias y sufren una incapacitación tecnológica, al llevar bastante tiempo
sin la utilización de esta. Costándoles una difícil inserción social:“Como no miras lejos,
vas perdiendo visión. Literalmente. Cuando pasas tiempo en la cárcel dejas de
poder mirar demasiado lejos.”
Pero de los errores, también se aprende. Aunque sería mejor no cometer
esos errores. Por eso, los mismos reclusos han aconsejado a los alumnos de la
charla, así como os lo comunicamos a vosotros:
“Hacedle caso a
vuestros padres. Tratadlos con respeto. Siempre van a querer vuestro bien. Yo
no hice caso”.
Redactado por: Elena Zafra y Laura García.
jueves, 10 de noviembre de 2016
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