FRASE ESCOGIDA “ME DIJO: QUERIDO”. Relato de Mario Benedetti, “Idilio”.

“En tiempos pasados”

En un pueblo, moribundo pueblo de la Meseta castellana, allá donde el único ruido es el cantar de los ruiseñores o el crujir de las viejas ramas de los árboles, allá en una vieja casona nos encontramos un viejo matrimonio al calor de una vieja chimenea, en unas viejas butacas. Estábamos conversando sobre los tiempos pasados. Entonces mi esposa dijo:

En este caso, de este pequeño pueblo, los años pasados sí que fueron mejor.

Me dijo:- Querido Antonio, despierta.

Me levanté de un salto asustado. ¡Mi interior me ha hablado! Intenté encender la luz pero estaba desorientado, la oscuridad me rodeaba, se escuchaban ruidos extraños de fondo. Avancé varios pasos para intentar alcanzar algún interruptor, y…¡bingo!... no funcionaba. Me llené de valor y coraje, y seguí con la incógnita de qué me esperaba en este extraño lugar. Palpaba las frías paredes para intentar encontrar algo que me sirviera. De repente toqué un pomo, lo giré y me llené de felicidad al abrir la puerta. Era el pasillo de mi casa. Acababa de salir de mi cuarto, la bombilla de la lámpara se había fundido, y lo mejor de todo, no era ninguna pesadilla.

‘Me dijo: querido.” Recuerdo esa frase, con mucho respeto.

Soy un chico normal. Un día me encontré con una señora un poco extraña, la verdad. Empecé a hablar con ella sin conocerla, aunque su forma de ser me resultaba familiar. No sé por qué, pero me gustaba hablar con ella. De pronto me preguntó:-¿Te acuerdas de mí?.

Luego me di cuenta de que aquella mujer era mi abuela, que llevaba años sin verla.

Alex Arco (2º B)

Yo estaba en mi casa cuando me desperté. Miré por la ventana y todo en mi jardín estaba nevado. Salí corriendo y jugué con la nieve.

Cuando me di cuenta, en el suelo había un agujero y sentí que alguien me empujó, y me caí por él.

Cuando llegué al suelo, vi un mundo nuevo. Pero cuando di el primer paso, escuché una voz parecida a la de mi madre. Me dijo: Querido, despiértate.

Me desperté en el hospital, me escurrí en la nieve y me abrí la cabeza. ¡Vaya invierno que pasé!

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Sacudí la cabeza, abrí los ojos, estaba aturdido por el impacto del golpe. Me sangraba la nariz y me costaba respirar. Empezaba a quedarme sin fuerzas pero conseguí ponerme en pie. Me di cuenta que ya era tarde para escapar del mundo en el que vivía. Sabía que hoy era mi último día, estaba más desquiciada que nunca y obsesionada porque siguiera siendo su posesión. Me gritó y me dijo: Querido, si no eres mío, no serás de nadie.

El sonido del impacto de la bala retumbó en mis oídos y caí al suelo. Una víctima menos de este mundo.

Ni la morfina para ser persona. Tampoco infusiones de aquella planta.

La brisa rozaba mi pelo y lágrimas brotaron cuando creí que podría volver a sentir la hierba en mis pies a cada paso.

Entró ella, la que fue mi alegría.

Las cosas no son como parecen. Las mejoras sólo dan fruto a males peores que los vividos. Los sentimientos cambian como una crisálida.

Me dijo: “Querido. Dos meses. No ha servido de nada”.

Escalofrío por mi cuerpo y sonido sordo e imagen oscura se apoderaron de mi eterno futuro.