Microrrelatos ganadores de febrero




MICRORRELATOS DE FEBRERO 2013.

FRASE ESCOGIDA: “NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ” Relato de Jorge Bucay,
titulado “El elefante encadenado”.
GANADORES:

1ª Categoría:

Guillermo Garrido Atero (3º C Eso)
Escuché un ruido, pero no le di importancia. El ruido cada vez era más fuerte. Me
levanto y voy a mirar. No veo nada por ningún lado. Al rato escucho otra vez el
ruido. Me levanto rápido y me dirijo hacia la puerta. Cuando abro me encuentro
un cesto con un bebé y una nota que ponía “No puedo y nunca podré “

Finalista: José Castro Valverde (2º B)
“Recuerdos”
Estaba recién estrenada la nueva estación, aquella en la que la naturaleza empieza
a despojarse de sus enseres para iniciar el comienzo de un merecido descanso. Fue
entonces cuando el abuelo se fue. Siguió el mismo camino e inició su descanso. Pasaron
días, semanas, años...La madre le decía que lo olvidara, que la vida es así, que sigue,
que todo tiene un principio y un fin. Para él era algo inolvidable. Había sido su abuelo,
su maestro, su amigo, su confidente, su cómplice. Le había enseñado mil pequeñas
cosas que sin ser transcendentales son vitales en la vida y recuerdos de un niño. Por
ello la muerte del abuelo le había dejado un gran vacío. Enfadado y triste contestó a su
madre:
-”No puedo y nunca podré “...

2ª Categoría:
GANADORA:
M. del Pilar Castro Pérez. (1º C)
Juan se levantó una mañana esperándose lo peor. Era martes trece y se enfrentaba
a una entrevista de trabajo.
Lleno de nervios cogió número: el 666 sería la oportunidad que le abriría las
puertas del destino. Para su asomnro la entrevista fue un éxito, pero aún tenía un
mal presentimiento.
El día pasó, marczba las 11: 48 indicando su fin. De repente sonó el teléfono.
Nunca puedo y nunca podré creer lo que sucedió. El mayor mal, la gran catástrofe
del mundo: la suegra de Juan a partir de ese día se mudaría con él.
Juan corrió a la calle, necesitaba aire. En ese momento un gato negro lo miró y le
guiñó un ojo.

FINALISTAS
2ª Categoría: Nazareth Ibáñez Rueda(1º C)
Lágrimas que parecían no extinguirse nunca, al fin, habían dejado de caer.
Sin embargo, los recuerdos asaltaban su mente. Momentos felices que ahora se
tornaban en dolor, un dolor profundo que lo atenazaba. El silencio reinaba como
si acompañara el vacío que sentía, parecía recordarle cruelmente su pérdida.
Comenzó a llover, la lluvia se mezclaba con las lágrimas inexorables que volvían
a surcar sus mejillas mientras un susurro quebrado escapaba entre sus labios:
“ No puedo y nunca podré entender cómo puede acabar así “Entonces se alejó
sorteando grises lápidas, con paso desorientado, quizá con la esperanza de
encontrar sentido a una vida llena de sueños rotos.

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