FRASE ESCOGIDA “RUBIA, ANGELICAL Y TÍMIDA”. Relato de Horacio
Quiroga, “El almohadón de plumas”.
GANADORES:
1ª Categoría: José Antonio Frías Castillo (1º B.ESO)
Había una vez un chico que se había enamorado de una chica rubia,
angelical y tímida. El chico se había mudado aquí hace poco tiempo y era muy
enamoradizo. La chica no tenía apenas amigas pero las que tenía la querían
mucho. Un día el chico fue valiente y se atrevió a decirle que la amaba. La
chica también lo quería y salieron juntos. Los chicos fueron muy felices y se
casaron. Cuando ya eran mayores fueron a una joyería y ese día atracaron ese
lugar y ellos murieron.
2ª Categoría: Nazaret Ibáñez Rueda (1º C. BH)
La observó fijamente. Sus dedos recorrían las teclas del piano con
suavidad, la melodía que inundaba la habitación invitaba a dejarse llevar por
la nostalgia. De repente, sus manos se quedaron quietas, suspendidas en el
aire, dejándolos sumidos en el más absoluto silencio. Le pidió que le hablara
de lo que había lejos de allí. Él comenzó a describir bellos paisajes, unas
formas y colores con los que ella soñaba. Rubia, angelical y tímida parecía muy
frágil. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, se acercó a ella y
con suma delicadeza intentó secar sus lágrimas, pero éstas no paraban de brotar
de sus ojos, ojos blancos que jamás conseguirían ver nada.
FINALISTAS
1ª Categoría: Alex Arco (3º B)
-¿Dónde estoy?
¿Qué hago aquí? Está todo muy oscuro, encenderé una antorcha. Sí, mucho mejor,
pero sigo sin saber dónde estoy. Sólo hay un camino…lo seguiré. Al final hay
una luz blanca.
-¿Qué es esa luz? Iré hacia ella a ver lo que hay.
Y mientras me acerco a la luz aparece una chica muy guapa de
cabellos rubios.
-Hola, ¿Quién eres?
-Soy Laura, la reina de aquí.
-Pero, ¿Quién hay en este reino?. Solo estamos nosotros, no
he visto a nadie más.
…pí, pí,pi…pi, pi, pi…
-Eh, ¿Qué?
- Niño, levántate, que son las 8,15 y vas a llegar tarde.
- ¿Quién era ella?
-¿Qué chica?
-Una que era rubia, angelical y tímida…
2ºCategoría: Mario Pablo
Muñoz Ibáñez (1º A BH).
Odio el té, siempre lo he
odiado. Pero esa semana sólo tomé té, y todo por verla cada día tras la barra
de la tetería, rubia, angelical y tímida, con una sonrisa y ternura que me
enamoraron como nunca me había pasado. Y allí estaba yo, en una de las tantas
mesas, imaginando qué hacer para que se fijase en mí, cuando, al pasar por mi
lado, su bandeja se cayó encima encima de mí, manchándome completamente.
Me acompañó para limpiarme y, de
repente, con voz temblorosa y mirándome tímidamente me dijo: “odio el té y esta
tetería, pero desde que te vi diariamente en esa mesa decidí aguantar para
poder ver a la persona de la que me he enamorado”.
Su leve tartamudeo desapareció al
unirse nuestros labios.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
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