Microrrelatos del mes de diciembre




MICRORRELATOS DE DICIEMBRE 2012.

FRASE ESCOGIDA “No quiero nada”. Relato de Charles Perrault “Los deseos
ridículos”.
GANADORES:

1ª Categoría: José Castro Valverde (2º B.ESO)

Era el día de Navidad. En todos los lugares se preparaban los últimos detalles de la
cena; la cocina llena de caharros, platos, olores, sabores...
El salón, un escenario lleno de color, risas, cantos, bullicio; un ir y venir de unos y
otros.
Todo trancurre entre las prisas de los anfitriones de la casa para que no falte ni un
detalle.
En una esquina del salón, ajena a tal festín está el abuelo; su rostro, fiel reflejo
de su alma, triste, arrugado, sin luz, apagado, sin ilusión, sin esperanza, sin
horizonte...
En aquellas fechas la ausencia de la compañera era una losa muy pesada de llevar.
Su nieto toma conocimiento del abuelo y se acerca aél:
-Abuelo, ¿Necesitas algo?
-No, hijo, no quiero nada...

2ª Categoría: Mario Pablo Muñoz Ibáñez (1º A. BH)

Su sonrisa, su preciosa sonrisa, esa que alegraba a cualquieer persona, por muy
difícil que pareciese, había desaparecido. Y es que él prefería el cáncer que perder
su pelo, y no, no era por ser más feo o más guapo, sino porque sabía que sería el
hazmerreír, no de la clase, ¡del instituto!. Por eso, cada vez que le ofrecían algo de
comer decía: - No quiero nada-, porque temía recuperarse y volver a esa escuela
donde no le dejarían vivir, donde nadie querría ser su amigo. Contra su voluntad
se recuperó, y sí, volvió al colegio. Caminaba por el pasillo tan lentamente como
podía. En su rostro no había cabida para más lágrimas, ya frente a la puerta de la
clase, tiritando, abrió la puerta y entró con la mirada fija en el suelo. Al levantarla
contempló a veinticinco alumnos sin pelo, rapados.

FINALISTAS

2ºCategoría: Patricia Ávila Cano (1º B BH).

Regreso al mar que recoge mis lágrimas y me las devuelve con cada nueva ola
que acaricia mi cuerpo. El embrujo se ha acabado, pero esta vez yo no quiero nada
más que estar junto a él, a pesar de que me haya echado de su lado de forma tan
dolorosa.
Últimamente él había estado extraño y distante. Temerosa pedía una explicación y
me gritó como respuesta aquellas palabras que me obligaban a regresar.
Desaparezco impotente en las profundidades del océano, de donde no podré volver
hasta que el canto de otro marinero me despierte de mi letargo y comience de
nuevo el hechizo…

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