Ha llegado, y aunque a veces me gustaría, no se puede
dar marcha atrás. Han sido seis años de alegrías, de tristezas, de dar todo lo
mejor de mí en cada momento. Pensar que por fin estoy ante las puertas de la
libertad, de empezar una nueva etapa en mi vida que tanto tiempo he esperado,
de demostrar todo lo que valgo y luchar por conseguir mis objetivos.
Es un momento muy esperado, pero, en verdad, no todo
es alegría, pensar en el futuro también me produce pavor, una sensación
indescriptible de inseguridad. Quiero cumplir todas mis metas, pero no se si
estaré al alcance y eso me produce demasiado miedo, miedo a defraudarme a mí
misma. La etapa que voy a comenzar va a estar cargada de buenos momentos, no lo
dudo, pero también tengo que ser muy fuerte para superar todos los obstáculos
que encuentre por el camino hasta lograr mis objetivos.
Me lleno la cabeza de pájaros pensando en como será el
año que viene, pero antes de todo, de comenzar el que dicen que será el mejor
verano de mi vida, hay una difícil prueba que hay que superar. Se trata de una
palabra formada por tres simples letras que nos produce a todos, tanto alumnos
como profesores, horror, la
PAU. Tengo miedo solamente al pensar que los nervios me
jueguen una mala pasada o que tenga un mal día y todo el esfuerzo realizado
durante todo el año no sirva para nada.
Aun así, afronto estos momentos con optimismo. Hay que
ser valientes, y siempre quedará el orgullo propio al pensar que lo he hecho lo
mejor que he podido, dando lo mejor de mí, tanto si todo va mal como si va
bien. Todo está a punto de terminar y, por fin ha llegado el momento.
viernes, 10 de mayo de 2013
0 comentarios: