Hay veces que
ya no merece la pena. Y no es rendirse, ni es orgullo, ni es olvidar. Es asumir
que hay cosas que no pueden ser. Cuando ves que no obtienes resultados, que no
se valora tu trabajo, la única opción que queda es rendirse. Impotencia, sólo
eso. Una impotencia que se escapa cuando menos te lo esperas y regresa en forma
de nudo en la garganta que nunca se desnuda porque nadie puede hacerlo.
Cada
vez está más cerca el final. Un final muy esperado. Pero a medida que pasan los
días te vas dando cuenta de que todo tal vez sea un negocio, un pacto.
Suspender a unos, aprobar a otros, tal vez todo esté programado.
Decepción,
una de las sensaciones más presentes en mis últimos días. Eso sí, no la única.
Miedo, alegría, tristeza, emoción, nervios, desesperanza… Sensaciones tan
distintas pero a la vez tan conectadas entre sí, curioso. Tras seis años en
este instituto es muy difícil hacerme a la idea de que dentro de unas semanas
no volveré a estar dentro de una de sus aulas o caminando por sus pasillos… Todo
lo que hemos vivido aquí de algún modo u otro nos ha cambiado la vida, aquel
profesor que nos dejó estudiando un verano entero o quizás aquel otro que nos
dio la mejor lección de nuestras vidas… Anécdotas y recuerdos difíciles de
olvidar.
Infinidad
de recuerdos, algunos difíciles otros divertidos, pero al fin y al cabo sólo
son recuerdos. Es posible que la mayoría de esas historias que recordamos no
puedan repetirse, pero también es muy posible que a estas alturas ese recuerdo
haya sido adaptado hasta convertirlo en irrepetible, no por las circunstancias,
sino por esa tendencia general a idealizar los tiempos pasados. Y mucho más
posible aún es que no merezca la pena que nada de eso se repita. Toda
repetición resulta decepcionante frente a un recuerdo perfecto.
Pero ahora nuestras preocupaciones son
mayores, ¿podremos entrar en la carrera que queremos?, ¿aprobaremos
selectividad?, ¿llegaremos a ser lo que siempre habíamos soñado? Pronto, muy
pronto sabremos la respuesta, mientras tanto luchemos por todo aquello que de
algún modo nos asegura la supervivencia en un futuro no muy lejano.
Segundo
de bachillerato es un largo camino lleno de obstáculos que debemos de ir
afrontando, superando… Pero no estamos solos en el camino, estamos junto con
nuestros compañeros, compañeros que más que eso, se han convertido en rivales.
¿Acabarán conmigo? Espero que no.
Si
hemos conseguido llegar hasta aquí, hasta la cima de una alta y empinada
ladera, no dejemos que nada ni nadie nos impida “clavar la bandera”. Confiemos
en nosotros mismos.
Quizás en un
mundo paralelo esta noche dure para siempre, pero en el mundo en el que
vivimos, las noches terminan para dar paso a los días. Un día nuevo lleno de
magia y cada vez más cercano al final de esta etapa, nuestra GRADUACIÓN.
¡Mucho ánimo!
lunes, 20 de mayo de 2013
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