El olor a café y el sabor de las bebidas energéticas aún deambulan por mis papilas gustativas. El trabajo y el esfuerzo y los bajos resultados obtenidos ponen de manifiesto el error que cometí al elegir esta modalidad. Aún pienso en como seria todo si hubiese marcado otra casilla en la matrícula de bachillerato.
En los diarios se habla de que al final de esta etapa encontraremos la libertad, pero la realidad es que somos libres cada instante que pasa. Fuimos libres de escoger la opción de bachillerato, libres de seguir estudiando o no, libres de ser quien somos. El problema de esa libertad es que nadie nos avisa que camino escoger para no equivocarnos.
Soy un ejemplo entre un millón de lo que no se debe hacer. Nunca dejes que te influencie nadie, ni siquiera los que más te quieren. Sigue tus instintos aunque no lo vean desde tus ojos. Yo sabía lo que quería, lo tenía bastante claro, pero me dejé llevar por los valores precocinados. Por aquello que establecen de “inteligentes” o de “inútiles” y no me di cuenta de que uno tiene que hacer aquello que realmente desea. Escribo esto para que aquellos que tengan una duda sobre qué rama escoger, sigan sus instintos, para que no se dejen influenciar, porque luego vienen las frustraciones.
Mi consuelo reside en que sacaré el curso decentemente, pero para nada me he sentido realizada estos dos años. Esta etapa me ha servido para poner a prueba mi capacidad, y a fin de cuentas me ha salido mejor de lo que yo esperaba. Por esa parte estoy orgullosa. Ahora los único que se pasa por mi cabeza son nervios e incertidumbre. Se acerca una maratón de exámenes finales que marcarán un antes y un después en el transcurso de la vida de cada uno de nosotros. Se ven caras de entusiasmo, de exceso adrenalina en una recta final que romperá la utopía que existía en nuestras mentes años atrás. Cuando estás en cursos inferiores, crees que jamás te llegará este momento, pero creedme que llega antes de lo que esperamos.
Es bonito y a la vez confuso. Es felicidad y a la vez sacrificio. Es ilusión y en ocasiones desesperanza. Pero sobre todo es VIVIR, es sentirte alguien, saber que tienes un motivo por el que levantarte cada día y que ese motivo va a llevarte a conseguir aquello que deseas.
Cuando tenga el papel en mi mano sobre que carrera escoger, esta vez si sabré que opción elegir porque por suerte o desgracia, he aprendido de este error.
Y recuerda: En la vida, para bien o para mal, todo depende de la casilla que marques. : )
domingo, 12 de mayo de 2013
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